Almohadillas plantares, esas pequeñas olvidadas...


¿Sabías qué…?

Las almohadillas del perro funcionan como un mullido soporte que, además de ayudar al animal a mantener el equilibrio, reduce de forma importante la presión que recibe su cuerpo mientras camina o corre. Las resistentes almohadillas también le protegen de posibles fracturas y otros daños en los huesos. El impacto de los pasos se amortigua en esta parte inferior de las patas, gracias a que las almohadillas son blandas y están preparadas para absorber parte de los golpes que recibe el animal en las caminatas. También ejercen un papel muy importante ayudando a aislar climas extremos.

Esta zona de apoyo, preparada para estar en contacto con la superficie del suelo, está formada por estructura de tejido muy especializada, en la que encontramos una gruesa epidermis que le protege de traumatismos mecánicos, depósitos de grasa que le proporcionan elasticidad para absorber golpes y una gran inervación que le proporciona gran sensibilidad sobre el terreno.

Las almohadillas tienen que sufrir temperaturas extremas (de frío o calor), caminar por asfalto muy caliente, suelos rocosos o llenos de plantas, etc. Estos factores pueden ocasionar que la almohadilla se seque, aparezcan heridas, grietas e incluso abscesos llenos de pus por algún cuerpo extraño que se quede incrustado (p.e. Espigas). Además, también pueden aparecer infecciones bacterianas, por hongos e incluso ponerse de manifiesto alguna enfermedad sistémica que padezca nuestro animal
Por lo que sin los cuidados necesarios, no es extraño que las almohadillas de nuestro peludo amigo en ocasiones sufran, formándose incluso, llagas y heridas en la zona, que terminan provocándole dolor  al caminar ya que los perros tienen mucha sensibilidad en esta zona.

¿Cómo protegerlas?
En la ciudad: La urbe resulta a menudo agresiva para un perro que carece de unas almohadillas endurecidas, el cemento de la ciudad puede agrietarlas de forma considerable, por ello, conviene alternar las superficies de pisada del perro durante los paseos urbanos. Combinar la acera con zonas ajardinadas o cubiertas con césped es una buena idea para proteger las almohadillas del animal


En las caminatas: Las almohadillas se curten con el tiempo, hay que comenzar poco a poco y dar tiempo a esta  piel  para que se endurezca, por lo que no tiene sentido someter a un perro poco ejercitado a rutas largas o que transcurran por terrenos pedregosos, hay que  comenzar los paseos por terrenos blandos y suaves, cubiertos de hierba o húmedos.
Inspeccionar el terreno que pise el animal y asegurarnos de que esté libre de objetos cortantes o cristales es fundamental para que el paseo sea seguro. En cualquier caso, tras las caminatas, conviene revisar sus almohadillas para detectar posibles llagas o heridas que haya que curar, así como cuerpos extraños, como por ejemplo espigas
Lo ideal es trabajar diariamente y que vaya haciendo ejercicio progresivo, y de esta manera evitar que posteriormente, tras un ejercicio más intenso, se dañe. Conforme se va entrenando la almohadilla, se va endureciendo cada vez más y se va haciendo cada vez más resistente a abrasiones externas

En verano: No es extraño que, con las altas temperaturas, el pavimento pueda quemar las almohadillas de nuestro amigo, llegando a provocar llagas y quemaduras. La arena de la playa también se convierte en una incómoda y peligrosa superficie capaz de quemar la piel de apoyo del perro. Transitar por la orilla, sobre la zona mojada del litoral, es una buena forma de evitar llagas o ampollas
Hay que tener mucho cuidado ahora que comienza el verano ya que muchas veces nos detenemos en semáforos y pasos de peatones al sol sin darnos cuenta de que nuestro animal está encima de un asfalto que literalmente “abrasa” y sin zapatos, esperando poder seguir su paso.
Una manera sencilla de comprobar la temperatura del asfalto es colocar nuestra mano sobre él, si aguantas más de 5 segundos sin dolor, puedes pasear por él con tu perro



En invierno: el  frío intenso puede provocar agrietamiento, fisuras o incluso quemaduras. En caso de hielo o nieve puedes aplicar vaselina entre los dedos y almohadillas, pues actúa como barrera



Por lo tanto, no debemos olvidar:

-Modificar las áreas de pisada durante la caminata,  útil y conviene tenerlo en cuenta durante todas las épocas del año.

-Mantener una higiene adecuada en las patas. Limpiarlas después del paseo para desprender todo el barro, mantenerlas secas y vigilar el pelo de esta zona con regularidad, para evitar nudos dolorosos, peinar el pelo entre los dedos y recortarlo si está demasiado largo.  

-Revisar las almohadillas, después de dar un paseo, por si hay alguna herida, espiga o pincho clavado en la almohadilla o enganchado en los pelillos de la pata. 
-Una correcta pedicura también es importante, las uñas del perro suelen desgastarse al caminar, pero en ciertas ocasiones, no es así y tendremos que cortárselas, prestando especial atención a los espolones, ya que al no tocar  el suelo, no se desgastan, crecen descontroladamente y pueden llegar a encarnarse.

-Mantener una buena hidratación de la zona. Las almohadillas pueden llegar a resecarse y agrietarse por roce o sequedad. Existen productos en el mercado para acondicionar e hidratar las almohadillas y proporcionarles la protección que necesitan.Estos productos no deben aplicarse nunca sobre una almohadilla dañada ya que solo sirven para evitar problemas posteriores. Tampoco se debe abusar de ellos, porque una almohadilla sana es una almohadilla elástica y nutrida pero también dura.