¿Sabías qué…?
Las almohadillas del
perro funcionan como un mullido soporte que, además de ayudar al animal a
mantener el equilibrio, reduce de forma importante la presión que recibe su
cuerpo mientras camina o corre. Las resistentes almohadillas también
le protegen de posibles fracturas y otros daños en los huesos. El impacto de los
pasos se amortigua en esta parte inferior de las patas, gracias a que las
almohadillas son blandas y están preparadas para absorber parte de los golpes
que recibe el animal en las caminatas. También ejercen un papel muy importante
ayudando a aislar climas extremos.
Esta zona de apoyo, preparada para estar en contacto con la superficie del suelo, está formada por estructura de tejido muy especializada, en la que encontramos una gruesa epidermis que le protege de traumatismos mecánicos, depósitos de grasa que le proporcionan elasticidad para absorber golpes y una gran inervación que le proporciona gran sensibilidad sobre el terreno.

Por
lo que sin los cuidados necesarios, no es extraño que
las almohadillas de nuestro peludo amigo en ocasiones sufran,
formándose incluso, llagas y heridas en la zona, que terminan
provocándole dolor al caminar ya
que los perros tienen mucha sensibilidad en esta zona.
¿Cómo protegerlas?

En las caminatas: Las almohadillas se curten con el tiempo, hay que comenzar poco a poco y dar tiempo a esta piel para que se endurezca, por lo que no tiene sentido someter a un perro poco ejercitado a rutas largas o que transcurran por terrenos pedregosos, hay que comenzar los paseos por terrenos blandos y suaves, cubiertos de hierba o húmedos.

Lo ideal es
trabajar diariamente y que vaya haciendo ejercicio progresivo, y de esta manera
evitar que posteriormente, tras un ejercicio más intenso, se dañe. Conforme se
va entrenando la almohadilla, se va endureciendo cada vez más y se va haciendo
cada vez más resistente a abrasiones externas
En verano:
No es extraño que, con las altas temperaturas, el pavimento pueda quemar
las almohadillas de nuestro amigo, llegando a provocar llagas y quemaduras. La
arena de la playa también se convierte en una incómoda y peligrosa
superficie capaz de quemar la piel de apoyo del perro. Transitar por la orilla,
sobre la zona mojada del litoral, es una buena forma de evitar llagas o
ampollas

Una manera sencilla de
comprobar la temperatura del asfalto es colocar nuestra mano sobre él, si
aguantas más de 5 segundos sin dolor, puedes pasear por él con tu perro
En invierno:
el frío intenso puede
provocar agrietamiento, fisuras o incluso quemaduras. En caso de hielo o nieve puedes
aplicar vaselina entre los dedos y almohadillas, pues actúa como barrera
Por lo tanto, no debemos
olvidar:
-Modificar las áreas de
pisada durante la caminata, útil y
conviene tenerlo en cuenta durante todas las épocas del año.

-Revisar las almohadillas, después de
dar un paseo, por si hay alguna herida, espiga o pincho clavado en la
almohadilla o enganchado en los pelillos de la pata.
-Una correcta pedicura también es importante, las uñas del perro suelen desgastarse al caminar, pero en ciertas ocasiones, no es así y tendremos que cortárselas, prestando especial atención a los espolones, ya que al no tocar el suelo, no se desgastan, crecen descontroladamente y pueden llegar a encarnarse.

-Una correcta pedicura también es importante, las uñas del perro suelen desgastarse al caminar, pero en ciertas ocasiones, no es así y tendremos que cortárselas, prestando especial atención a los espolones, ya que al no tocar el suelo, no se desgastan, crecen descontroladamente y pueden llegar a encarnarse.

-Mantener una buena hidratación de la
zona. Las almohadillas pueden
llegar a resecarse y agrietarse por roce o sequedad. Existen productos en el
mercado para acondicionar e hidratar las almohadillas y proporcionarles la
protección que necesitan.Estos
productos no deben aplicarse nunca sobre una almohadilla dañada ya que solo
sirven para evitar problemas posteriores. Tampoco se debe abusar de ellos,
porque una almohadilla sana
es una almohadilla elástica y nutrida pero también dura.